Normalmente la floración del millón de cerezos, no produce toda a la vez, primero empieza en las zonas más bajas y a medida que van pasando los días florecen los árboles que se situan más arriba en la montaña.
Un truquillo: aunque la gente habla del manto blanco de la sierra como algo impresionante, a mi me parece mucho más encantador meterse en un campo lleno de cerezos y pasear entre ellos para poder observar las flores más de cerca, además si te gusta la fotografía te puedes tirar horas allí dentro. Por cierto, no arranquéis ramas porque la flor no dura nada, una vez cortada y dañamos los cerezos y la posterior cosecha.
Además de los paisajes y del cerezo en flor, esta zona del norte de Cáceres tiene mucho más que ofrecer. Podemos visitar algunos de los pueblos que forman la comarca, algunos de ellos encantadores y con construcciones populares preciosas o hacer alguna ruta senderistas. Otra opción para los que les guste más la ciudad es acercarnos hasta Plasencia y visitar su parte antigua. La catedral nueva y la vieja, los conventos, su parador… son puntos muy interesantes aunque no lo único de lo que disfrutar, ir de tapas por la Plaza Mayor y otras partes del centro es una delicia, además es una de las ciudades más animadas de Extremadura.
Pueblos de la comarca
Todos los municipios del Valle del Jerte comparte el encanto de la naturaleza, además algunos de ellos tienen unos cascos antiguos donde se conservan construcciones populares muy típicas, es el caso por ejemplo de Cabezuela del Valle, conjunto histórico artístico y sede del museo de la cereza.
Ruta de los pilones.
A mí personalmente me gusta mucho y no me parece muy complicada. Hay que desviarse en la N-110 cerca del municipio Jerte y a lo largo de tres kilómetros estás inmerso en la naturaleza de la Reserva Natural Garganta de los Infiernos. En el camino ves chozos, algún salto de agua… y al final llegas a los pilones, unas piscinas naturales que el río forma en su descenso. Para más información o mapas existe un centro de interpretación al principio del camino senderista.
Aunque la fama se la lleve el cerezo en flor en primavera, el valle del Jerte es un lugar para disfrutar en cualquier época del año. Las rutas senderistas son perfectas para el otoño, el olor a chimenea es muy característico del invierno y las piscinas naturales y el fresquito de la zona hacen de esta comarca un lugar ideal para disfrutar del verano.
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