Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
[…]
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
[…]
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
La Odisea, Homero
Literatura y viajes han ido siempre de la mano. Vamos a fijarnos primero en la parte que le toca al lector, en su impresión. Cuando leemos no nos quedamos donde estamos, nos trasladamos a otro lugar y también a otro tiempo. Viajamos al escenario donde transcurre la historia. Una historia que creó una persona días, meses e incluso siglos atrás. Claro, hablamos del escritor que pudo o bien inventarse el sitio o cogerlo de la realidad. ¿Por qué digo esto de la realidad? Pues porque mucho novelistas recorren el mundo buscando experiencias. Algunos de estos viajes se convierten en musas y pasan a ser el argumento del libro. Es el caso de la literatura de viajes. Y ya tenemos en cualquier libro, dos viajes. El que se escribió y el que el lector imagina. Que nunca es exactamente el mismo.
¿Habrá algún lugar del mundo sobre el que no se haya escrito? o si ni se ha escrito sobre él al menos… ¿habrá algún sitio que no se le haya imaginado el lector mientras recorría las páginas del libro?
Por cierto que hay blogs dedicados, exclusivamente, a los libros y los viajes. Es el caso de leeryviajar.com donde encontramos más de 80 recomendaciones literarias. Y saliendo de casa y del ordenador vemos librerías especializadas en viajes. Altair, por ejemplo, dedica sus estanterías a guías, narrativa de viajes, cartografía, estudios antropológicos…
Menos evocadoras pero más prácticas. Pasamos a las guías turísticas, los libros de los viajeros por excelencia. Tienen sus detractores como todo. Dan mucha información, pero también limitan mucho. En una guía aparecen los principales monumentos, restaurantes. Incluso, se permiten decirte cuales son los sitios más importantes que tienes que visitar, esos que llaman top 10. A veces con las guías, el turista parece que está jugando una yincana y le ves casi tachando monumentos de una lista. Tienen su parte positiva porque sin ellas también nos perderíamos las principales atracciones o no encontraríamos un restaurante específico. La virtud está en el punto medio, así que lo suyo es guardar la guía de vez en cuando en el bolsillo. Así podremos descubrir la ciudad que no cuenta.
Hasta aquí los libros que hablan de viajes. Empezamos ahora con los viajes creados a partir de libros. Son las famosas rutas literarias que recorren las ciudades donde vivió un escritor o los barrios donde se ambienta algunos de sus libros. España ha sabido aprovechar su literatura y tiene varios ejemplos. El Quijote, nuestro personaje más internacional, nos inspira en nuestro viaje por Castilla la Mancha. No es el único. En la web de rutas literarias por Castilla la Mancha, podemos seguir los pasos de Rodrigo Díaz de Vivar por Guadalajara o dejar que el Lazarillo nos guíe en Toledo.
Fuera de nuestras fronteras es famoso el caso de Estocolmo. En la capital sueca transcurre la trama de la saga Millenium. La oficina de turismo nos propone un paseos guiados. En este caso seguimos los pasos de Lisbeth Salander, la protagonista de los Hombres que no amaban a las mujeres.
Ahora sólo nos queda pensar qué libro elegiremos para las próximas vacaciones. O bueno… a lo mejor pensamos en qué escenario elegiremos como próximo destino.
Qué bueno!! me ha encantado este post. Porque muchas veces he leído obras literarias y siempre o casi siempre me ha apetecido estar en el lugar que se describe en la obra y seguir los lugares que recorren el protagonista y los secundarios. Es el caso de “La sombra del viento” de Carlos Ruíz Zafón, e incluso la segunda parte, “El juego del ángel”, que me encantaron y después buscando ví que existía una guía llamada GUIA DE LA BARCELONA DE CARLOS RUIZ ZAFON, que te lleva por los lugares que se describen en la historia. Otra idea muy buena es seguir los pasos de Robert Langdon por Roma en “Ángeles y demonios”, o los de Valle-Inclán por el Madrid bohemio de “Luces de bohemia”.
Un saludo!!!
Almundena, muchas gracias por tu aportación, muy útil. Tengo que añadir libros como los que tu dices. Un abrazo!