En Italia existen varios destinos románticos y Verona es uno de ellos. Se cuenta que en ella vivieron los Montesco y los Capuleto y hoy en día, el lugar más visitado (y mira que tiene sitios bonitos la ciudad) es la casa de Julieta. Me encontré el patio abarrotado de gente esperando para hacerse una foto tocando el pecho de la estatua de la joven (honorable tradición). Otros colgaban en un árbol mensajes con peticiones internacionales de amor. Los deseos, ” que este año encuentre a mi Romeo” o “Julieta, somos tan valientes como tú”, estaban escritos en idiomas bien distintos. Si queremos continuar con el éxtasis de amor trágico, y de una manera menos concurrida, también a vuestra disposición se encuentra la tumba de Julieta y la casa de Romeo.
Ya fuera del circuito romántico, Verona es una ciudad llena de monumentos que reflejan perfectamente su historia. La arena, en la plaza Bra, es uno de los anfiteatros romanos mejor conservados, y aún hoy en día ejerce su función. A cinco minutos se encuentra el Castelvecchio del siglo XIV y desde aquí arranca un puente construido en la misma época y desde el que hay unas vistas espectaculares de las orillas del río Fiume Adige. La arquitectura religiosa de la ciudad es impresionante: iglesias, la catedral, basílicas… sin embargo lo que más me llamó la atención fueron sus plazas. La plaza Erbe, Signori… rodeadas de palacios, museos y torres, se encuentran cerca unas de otras y en el centro de la ciudad. La más llamativa con diferencia es la piazza Erbe, muy animada con su mercado al aire libre. La Torre de los Lamberti destaca entre todos sus monumentos y por seis euros se puede subir y disfrutar de una panorámica de la ciudad.
Cruzando al otro lado del río por el puente de piedra llegamos hasta el teatro romano. Esta orilla es menos espectacular pero si tenemos tiempo también merece la pena pasear por ella.
La ciudad está vinculada a las artes y a la literatura. En ella transcurre la famosa obra de Shakespeare, y no solo eso, aquí nació el poeta latino Cayo Valerio Catulo y vivió, durante un tiempo, Dante (hay una estatua en su honor).
Para visitarla podemos llegar en avión a su aeropuerto internacional o en tren a la estación Verona Porta Nuova, que se encuentra a 10 minutos andando del casco histórico.
Verona está hecha para tomar capuchinos y pasar horas caminando por ella. Lo mejor, acercarse a la oficina de turismo (Via Degli Alpini, 9 en la plaza Brà), pedir un mapa y descubrir sus iglesias, palacios, castillos, plazas, y puentes más interesantes en nuestro paseo. Si tenemos tiempo podemos adquirir la Verona Card de 2 o 5 días por 15/20€ respectivamente.
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