Pulso acelerado, vértigos, mareos y en casos extremos, alucinaciones. Estos síntomas pueden aparecer de golpe visitando una de las ciudades más bellas. El diagnóstico: Síndrome de Stendhal, una enfermedad psicosomática que se produce al exponerse a una explosión de arte. Advertidos estáis.
Cuna del Renacimiento y zumo de arte concentrado, Florencia es una ciudad que exprime al visitante hasta dejarlo exhausto y devolverlo al hotel literalmente molido. Es poner el pie en cualquier lugar del centro histórico y se activa el resorte que te abre la boca. Damos paso a la borrachera.
Estamos en Italia y el arte religioso es superlativo. El duomo Santa Maria del Fiore, es una catedral imponente que suena a clase de arte. Su cúpula enorme y renacentista se ha estudiado hasta la saciedad y verla supone una regresión a los libros de historia del arte. A su lado el campanario de 82 metros de altura y el baptisterio completan el conjunto. Pasar al interior de la catedral es gratis, subir a la cúpula, entrar en el baptisterio y al campanario, se paga (y caro). En la misma plaza, el Museo de la Ópera custodia esculturas de la Catedral.
Después de la visita, podemos llegar a creer que nada puede impresionarnos. Nos equivocamos. Las iglesias y basílicas esparcidas por la ciudad nos remiten al síndrome de la boca abierta. De visita obligatoria son Santa María de la Nouvella (al lado de la estación), la Basílica de la Santa Cruz, causa de su enfermedad del escritor francés Stendhal y San Lorenzo y la capilla de los Medici donde reposan los restos de la familia toscana más importante de su tiempo.
Hay muchas más iglesias esparcidas por Florencia, pero es hora de centrarnos en el arte civil. La plaza de la Señoría alberga edificios como el Palaccio Vecchio y esculturas como las que concentra la Logia de la Señoría, una galería al aire libre. Llena de estatuas y de palacios, esta plaza con forma de ele es la más conocida de la ciudad. Casi es una obligación entrar al Palacio Viejo. No muy lejos de allí se ubican la Plaza de la República y la del Mercado Nuevo con su famoso jabalí de bronce, cuando veáis la escultura tocadle el hocico y os aseguraréis volver a la ciudad. De camino podemos cambiar el ritmo de la visita perdiéndonos por las callejuelas más céntricas, cotilleando las tiendas y observando todos los rincones hasta la saciedad.
Un paseo alrededor del río Arno, ayuda a pausar la visita y resulta delicioso. Podemos cruzar un puente, volver a atravesarlo por otro, comprar un helado y parar a (solo) mirar las joyerías del puente Vecchio. Los pontes más bonitos: Santa Trinitá y el Viejo, el único que no fue destruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
Volvemos al interior de los museos. La galería Uffizi es el más famoso, pero si vamos buscando la escultura del David de Miguel Ángel, la encontraremos en l’Academia. Al otro lado del río Arno, el palacio Pitti no solo ofrece el esplendor de su edificio, sino que alberga unos cuantos museos: Galería de Arte Moderno, Museo del Carruaje, de la Porcelana, la Galería palatina… y unos jardines donde perderse un buen rato.
Tanta belleza no nos exime de ser prácticos. Si vamos a visitar varios museos, puede que nos compense la FirenzeCard, una de estas tarjetas del todo incluido (transporte, entradas, descuentos…). No es barata (50€) pero sirve durante 3 días y ahorra esperas.
¿Y cómo llegamos? Hay unos cuantos aeropuertos cercanos. El de Florencia es el menos transitado, pero podemos ir hasta el de Pisa (a una hora en transporte público) o al de Bologna (peor comunicado). La estación de tren más céntrica es Santa María la Nouvella. Desde aquí salen trenes rápidos a varios destinos aunque si vamos buscando algo más económico (y lento), algunos regionales salen de otras estaciones como Campo di Marte. El billete de transporte urbano (bus o tranvía) cuesta 1,20€ y sirve durante 90 minutos. Existen bonos de 24 horas por 5€.
Acabamos el post (aunque no con la ciudad que resulta imposible) con perspectiva y visión global. Caminamos alejándonos del centro histórico de Florencia mientras subimos a la plaza de Michelangelo. El trayecto de 15 minutos parece tranquilo, pero al llegar arriba resulta que no estamos solos. Esta plaza es uno de los sitios más turísticos, sin embargo la belleza de la panorámica nos aísla del ruido. El peligro del sitio: no verlo más que a través del objetivo de la cámara. Impresionante e imprescindible.
Presupuestos y más datos prácticos de Italia en el post ¿Es caro Italia?
Nosotros estuvimos hace dos años y la verdad es q es una ciudad impresionante. Seguro que volveremos
¿Le tocasteis el hocico al jabalí? Es preciosa
Qué bonito!!!! No he estado nunca (mi conocimiento de Italia se limita al norte -Milan, Turín- y a Sicilia), así que tomo buena nota 😉
Florencia es preciosa y si tienes algún día más cerquita está Siena y algunos pueblos que merecen la pena. Además del paisaje de la Toscana, delicioso.
Tengo que ir, desde luego! Lo que me resulta impresionante, cuantas más fotos de Florencia veo, es que el juego de Assessins Creed esta muy bien hecho!! Es como si conociera cada rincón de la ciudad!!
Jajaja, es otra forma de viajar 😉