No soy yo demasiado amante de los viajes playeros, de los de tirar la toalla y ponerte la crema. Sin embargo, sí me gusta caminar al lado del mar, escucharlo, parar y tomarme un café en una terraza… y Oporto es una buena ciudad para hacer todo esto.
Si tenemos dos o tres horas podemos dar un paseo (de unos 8 kilómetros) desde la iglesia de San Francisco, al lado del Palacio de la Bolsa, hasta la playa.
En la primera parte del camino, la que transcurre paralela al Douro, nos vamos a encontrar con las típicas casas de colores con la ropa tendida fuera (sí, esas que te sorprenden por seguir en pie), el museo del Vino de Oporto y el del tranvía.
Desde el Museo do Carro Electrico y hasta pasado un kilómetro el Puente de Arrabida, el paseo no es demasiado bonito, pero una vez que llegamos a la Rua das Sobreiras empiezan las zonas verdes, los miradores de aves y las barquitas. El Duero se ensancha cerca de la desembocadura y las vistas hacia la parte de Vila Nova de Gaia se embellecen.
LLegamos al faro y al castillo de Sao Joao. En esta parte hay que bajar hasta los caminos peatonales al lado del mar y tomarse algo en las terrazas que interrumpen el paseo. Si nos interesa la geología hay carteles con información sobre las rocas de la playa. Nos encontramos más adelante con el Castelo do Queijo, una pequeña fortaleza que se alza al lado del Atlántico.
¿Nos quedan ganas de caminar? pues, podemos continuar por la playa o acercarnos hasta el Parque de la Ciudad, el parque más grande de Oporto.
Después del paseo de la ida, a lo mejor preferimos volver de una manera más rápida (y menos cansada). Tenemos un par de autobuses que nos llevan al centro de Porto. El 502 se puede coger en la praça de Gonçalez Zarco y nos lleva por toda la Avenida Boavista hasta la zona de Bolhao (pasaremos cerca de la Fundación Serralves, de la Casa da Música y del Museo de Fotografía…) Si queremos volver a la Ribeira de Oporto la opción es el bus 500, que termina en el Largo dos Lóios (cerca de Bolhao) pero hace un recorrido distinto.
Otra opción más turística (y cara) es el tranvía o eléctrico que nos deja en la iglesia de San Francisco, muy cerca del Palacio de la Bolsa. El precio varía y uno de los tickets que se pueden comprar incluye la visita al Museo do Carro Electrico (no tengo el placer, así que no opino).
En definitiva, un recorrido menos turístico y muy relajado para disfrutar otra parte de la ciudad.
Una ciudad increíble, pero no tuve la oportunidad de llegar al mar, me dediqué solamente a ver el casco antiguo ya que tenía muy poco tiempo.
El casco antiguo es precioso! Saludos!