Hay vida más allá del parking de Navacerrada. Tal y como os lo cuento. ¿Y por qué digo esto? Porque esta mañana, en los alredores del parking se agolpaban padres, niños, perros y trineos. La cosa consistía en salir del coche, tocar la nieve y, como mucho, buscar una cuesta lo más cercana posible para deslizarse con un plástico (sí, yo también lo he hecho alguna vez, soy de Madrid). Pero hay otras opciones, como adentrarse en alguna de las rutas senderistas que empiezan por allí, como el camino Schmidt.
Un nombre un poco raro para un paseo tan castizo. Se llama así porque fue un tal Eduardo Schimidt el que, en 1926, señalizó la travesía. Una ruta que tiene poesía incluida y en las fotos veréis por qué.
El camino parte del Puerto de Navacerrada y acaba en el Albergue de Fuenfría. Son 7 kilómetros de senderos fáciles, señalizados con puntos amarillos, que se recorren en unas 3 horas. En invierno hay que ir preparados para la nieve y contar con que se alarga un poco más aunque, en sí, el recorrido no tiene demasiada dificultad. A pesar de que nos adviertan de terribles peligros.
El paisaje de pinos y riachuelillos hoy era de color blanco y con niebla. Para mí precioso, pero otros días seguramente se vea algo más allá del quinto pino.Y he aquí los poemas al pino de los siete picos.
Suele estar transitado, aunque queda algo más lejos de las aglomeraciones domingueras. El fin de semana que viene vuelvo, en esta ocasión a hacer una ruta guiada con raquetas de nieve. Os contaré qué tal. Y sí, soy madrileña.