Con la espada en alto, un escudo y en mitad de la Plaza del Mercado. Allí ve pasar los días, y a los turistas, la sirena de Varsovia, símbolo protector de la capital polaca.
Como toda sirena que ha acabado en tierra, ella también tiene una historia de aventuras detrás. Parece ser que hace años, aburrida de las aguas saladas del Báltico, quiso ver mundo y, desde Gdansk, remontó el río Vístula hasta llegar a lo que entonces era un pequeño pueblo de pescadores, la antigua Varsovia. Le encantó el sitio y se quedó allí.
Para entretenerse no se le ocurrió nada bueno. Jugaba a crear olas y a liberar a los peces de las redes de los pescadores locales. Ellos no se divertían tanto con sus juegos así que decidieron apresarla pero, como buena sirena, los hechizaba con sus cantos. La tarea se convirtió en misión imposible. Por desgracia para ella, su suerte no duró eternamente y un día, un mercader ambicioso consiguió capturarla. Su intención: hacerse rico mostrándola de feria en feria. Metida en una jaula de madera la sirena se lamentaba de su suerte, aunque la tristeza le duró poco tiempo. Un pescador, conmovido por sus lágrimas que debían ser igual de convincentes que sus canciones, la rescató. En este caso la historia no acaba en una boda con perdices sino que la sirena, agradecida, prometió quedarse en Varsovia y proteger a la ciudad y a sus gentes. Los varsovianos a su vez la han convertido en símbolo de la ciudad.
A pesar de las buenas intenciones de la sirena (y de su espada), la estatua no ha escapado de los actos vandálicos, así que la original se encuentra en el Museo de Historia de Varsovia.
La protección de la sirena no ha sido siempre eficaz y todo el centro histórico de Varsovia fue destruido en la Segunda Guerra Mundial. Lo que sí tienen los polacos es capacidad para levantarse de nuevo y la parte antigua está perfectamente reconstruida a pesar de que en su día hubo diferencia de opiniones. La población debatía si recuperar el explendor pasado o edificar una ciudad siguiendo los cánones comunistas de entonces. Al final, para la parte vieja, se eligió la primera opción y la reconstrucción está tan lograda que el casco antiguo, Stare Miasto, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980.
Por cierto, algunas fuentes (de la prensa rosa) aseguran que la sirena tiene una hermana y que esta se encuentra en el Puerto de Copenhague. No sabemos cuál de las dos vivirá mejor.