Allá donde vayas existen héroes locales, personajes que destacan y que son leyenda. En los Picos de Europa, Gregorio Pérez “El Cainejo” se lleva la palma. Este vecino de Caín escaló en agosto de 1904, junto al marqués Pedro Pidal, el Pico Urriellu. Fueron las primeras personas en pisar la cima y se convirtieron así en pioneros de la escalada en España.
El pastor hizo de guía del Marques de Villaviciosa Pedro Pidal en su incursión al Naranjo de Bulnes. Trepó la roca descalzo y con una cuerda y coronó la cima tal y como recoge en un texto escrito después de la ascensión:
“Soltamos la cuerda y la dejamos atrás y llegamos a la cumbre; nos asentamos sobre unas piedras un poquito, que subiamos cansaos. Sacó D. Pedro los antiojos y empieza a mirar a todos laos, porque como la niebla esta baja, echa una vega, se veía la mar de tierra y rebecos en aquella torre, en aquel pico, en aquel nevero, en aquel hoyo, en aquella verdiana, paciendo, ¡qué gusto encontrarse en aquella altura y donde nadie había pisado! Tomamos unos caramelos por la mucha sed que teniamos y nos pusimos a trabajar para dejar a la vista pruebas de la verdad; nos pusimos hacer en la parte más dominante una pilastra cada uno […]”
Escrito atribuido a Gregorio Pérez “el Cainejo” sobre el momento de la ascensión a la cumbre.
En Caín, su pueblo, la calle principal está dedicada a su memoria y, al lado de la iglesia, un busto le recuerda. Allí, que todos son cainejos, le conocían como “el atreviu” y, aunque después de la ascensión volvió a sus quehaceres, más de una vez acompañó a otros aventureros. La muerte le llegó en 1913, curiosamente despeñado mientras pastoreaba sus cabras. Dada la orografía del terreno y los trabajos de la época, este tipo de accidentes eran muy frecuentes en la zona y en casi todas las familias había un “despeñao”. De ahí el refrán “los de Caín no mueren, se despeñan”.
Algunos de sus descendientes siguieron sus pasos. Una de sus nietas, María Pérez, se convirtió en 1935 en la primera mujer en alcanzar la cima del Urriellu.
Por cierto, que los dueños del hostal Poncebos, los hermanos Campillo, son descendientes directos de “El Cainejo”, en concreto tataranietos. El día del centenario de la gesta de su abuelo, uno de ellos, Ramiro, también subió a lo más alto.
Fuentes: Revista Comarcal y la Crónica de León
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