A primera vista, Paulilles parece una cala normal. Llena de toallas, bañistas y algunas embarcaciones cerca de la costa. Se diría que es un lugar relajado, sin embargo, detrás de su apariencia tranquila se esconde una historia convulsa. Explosiva. En sentido literal.
La fábrica de dinamita.
La historia, en mayúsculas, de Paulilles se remonta a finales del siglo XIX. En 1870 comienza la guerra franco – prusiana que termina con la derrota del país galo. Es entonces cuando Francia decide construir una fábrica de dinamita alejada de la frontera alemana. El lugar elegido: la cala de Paulilles, entre Banyuls-sur-Mer y Port Vendres, en el actual departamento de los Pirineos Orientales.
Alrededor de la fábrica, se levanta un pueblo para sus más de 300 (sufridos) empleados. Era un trabajo duro que no estaba exento de riesgos. Los accidentes mortales ocurrían con cierta frecuencia y el contacto con los materiales les provocaba enfermedades graves. Estos trabajadores llegaron a producir unas 20 toneladas de dinamita por día que se utilizó, entre otras cosas, para grandes obras de ingeniería civil como el Canal de Panamá.
La fábrica de dinamita estuvo funcionando durante más de un siglo hasta que, en 1984, tras años de declive, cerró, clausurándose de esta manera una etapa para la bahía.
Una segunda vida para Paulilles
La fábrica cierra pero la tranquilidad no llega a Paulilles. Abandona a su suerte, la bahía y sus instalaciones se van deteriorando hasta que algunos empresarios se fijan en las posibilidades del enclave e idean un enorme complejo vacacional. Este proyecto hubiera supuesto la masificación de la cala y su entorno pero, gracias a la movilización ciudadana, la construcción no se lleva a cabo. La organización “Conservatoire du Littoral” adquiere entonces los terrenos y empiezan, de esta manera, los trabajos de recuperación del entorno.
Paulilles hoy en día.
Hoy en día Paulilles, el “Site classé de l’Anse de Paulilles”, es uno de los siete espacios naturales del departamento de los Pirineos Orientales, al sur de Francia.
Además de disfrutar de sus playas, de los alrededores y de los fondos marinos, se pueden visitar varios edificios restaurados de la vieja fábrica y reconvertidos en recepción, sala de exposiciones, museo, taller de restauración de barcas catalanas…
Para quien quiera conocer más sobre el enclave, existen visitas guiadas gratuitas sobre la historia del sitio y la naturaleza que lo rodea, un patrimonio que poco a poco ha sido recuperado.
Más información en www.cg66.fr y www.conservatoire-du-littoral.fr