“Se había hecho la trata de 465 Negros, pero en una revuelta tuvimos que matar a 199, y solo quedaron los 266 aquí señalados, 5 de los cuales se los llevó el capitán cuando fue a Santo Domingo”. Diario de a bordo de “La Sirène” barco negrero que zarpó de Nantes el 22 de junio 1751 (Francia)
Una historia infame
Inglaterra, Portugal, España, Holanda, Dinamarca, Francia. De una manera u otra, la trata de esclavos en el Atlántico benefició a gran parte de Europa durante siglos XV y XIX. Se calcula un número de víctimas superior a 10 millones.
Aunque el beneficio económico de la esclavitud, repercutía en todos los países europeos implicados, determinadas ciudades, como Liverpool o A Coruña eran sede de importantes puertos negreros. Es el caso de Nantes, en Francia, el principal puerto negrero del país y un punto clave para este negocio. De aquí partieron 1.714 expediciones negreras, más del 40% de las expediciones negreras galas.
Hoy es posible recordar esta parte de la historia en tres puntos de la ciudad: el Museo de la Ciudad en el Castillo de los Duques de Bretaña, el Barrio de Île Feydeau y el Memorial de la Abolición de la Esclavitud, a las orillas del Loira.
El comercio a tres bandas
Tres puertos, tres trayectos y tres tipos de mercancías. Es el comercio triangular, un tráfico de esclavos frecuente en Europa y que en Francia alcanzó su momento álgido en el siglo XVIII. Nantes fue uno de los principales puertos, de aquí partían gran parte de los barcos negreros cuya primera parada era África.
Salían de la ciudad francesa repletos de telas, fusiles y otras mercancías. En su primera parada, la costa occidental africana, estos bienes se cambiaban por mujeres y hombres, futuros esclavos que eran transportados a América en condiciones infrahumanas. Sin apenas espacio, sin casi alimento, separados de la tripulación, malvivían en la bodega del barco. Algunos no llegaban.
Si bien, la primera parte del trayecto todo eran penurias, cuando quedaba poco tiempo para llegar al destino, sus condiciones mejoraban. Empezaban a alimentarlos mejor y les permitían subir a la parte de arriba a hacer ejercicio (siempre separados de la tripulación por si se rebelaban), así adquirían un aspecto más saludable que incrementaba su valor.
Una vez en América, los esclavos eran vendidos como mano de obra a las plantaciones y los barcos se cargaban con productos exóticos rumbo a Nantes: tabaco, azúcar, algodón. La mayor parte de esclavos permanecía en las colonias francesas, trabajando en las plantaciones.
Tan solo unos pocos viajaban a Francia para aprender un oficio o para trabajar en el servicio doméstico. Los hombres, como mucho podían estar tres años en el país galo, las mujeres tenían permitido quedarse más tiempo sirviendo como criadas y cuidando niños.
De este comercio se enriquecía directa o indirectamente gran parte de la población francesa: los capitanes, marineros de las expediciones, los constructores navales, la industria textil, los fabricantes de fusiles, grilletes, cadenas, los comerciantes…
Nantes ha entonado el mea culpa y ha querido recuperar y mostrar esta parte de su historia.
La esclavitud en tres paradas
Existen tres lugares clave para comprender la importancia que tuvo este comercio triangular en Nantes: el Museo de Nantes en el Castillo de los Duques, el barrio Île Feydeau, y el Memorial de la Abolición de la Esclavitud. El primero muestra la historia de la esclavitud en Nantes; el segundo, permite ver cómo la riqueza generada se reflejó en las construcciones de la ciudad y el tercero invita a una reflexión sobre la esclavitud y rinde homenaje a las personas que se vieron afectadas por este tráfico de esclavos.
El castillo de los Duques de Bretaña
El castillo de Nantes es motivo de orgullo para los nanteses, un hito dentro de la historia de la ciudad. El edificio comenzó a construirse en el siglo XV con Francisco II, el último duque de la Bretaña independiente y fue terminado por su hija Ana de Bretaña, dos veces reina consorte de Francia. Un cambio histórico para la ciudad de Nantes que pasó en esas fechas de ser la capital de un ducado independiente a ser absorbida por Francia.
Hoy, el castillo es un bello conjunto de edificios de diferentes épocas, protegidos por una muralla y articulados en torno a un enorme patio. En su interior se distribuyen las diferentes colecciones del Museo de Historia de Nantes, distribuidas por épocas y temáticas.
Uno de los recorridos que plantea el museo es el del negocio y el oro negro del siglo XVIII, lo que se traduce en un itinerario por esa parte de la historia de Nantes: la de la esclavitud.
En las salas se exhiben grilletes, cadenas, réplicas de barcos negreros y maquetas de las plantaciones agrícolas en las que luego trabajaban los esclavos. También hay documentos y contratos de compraventa con cifras y precios y se pueden ver algunos de los bienes usados como moneda de cambio como telas o fusiles. Sorprenden las figurillas de africanos creadas para adornar cualquier estancia y que reflejan lo normalizada que estaba esta actividad.
Unas piezas que dejan ver cómo eran las condiciones de trabajo de estas mujeres y hombres a los que se les negó cualquier derecho, muestran cómo eran transportados en las bodegas de los barcos y los trucos empleados para que luciesen sanos después de las travesías inhumanas.
Un recorrido más que necesario para entender la historia de Nantes y su vínculo con la esclavitud.
El barrio del oro negro
Evidentemente, Nantes se benefició de este comercio triangular y la riqueza de aquella época se refleja en la ciudad, sobre todo en algunos barrios como la Île Feydeau, la siguiente parada de esta ruta por la esclavitud.
Este barrio, hoy integrado en la ciudad, fue una isla fluvial hasta que se colmaron los canales del Loira en la primera mitad del siglo XX. Pero no es esta la parte de la historia que atañe a la esclavitud.
Sus casas, levantadas en el siglo XVIII, son una muestra de la riqueza que vivió la ciudad durante esa época gracias a la trata de personas y de la que se vieron beneficiadas, sobre todo, determinados grupos sociales, como los armadores, los dueños de estas edificaciones.
Son edificios de tres plantas, con patios interiores y bonitas fachadas adornadas por balcones de forja y mascarones. Algunos de estos mascarones representan hombres negros o indios, un fiel reflejo de la riqueza de la época.
Convertidas en oficinas, hoteles y viviendas privadas, es posible pasar a algunos de sus patios durante las visitas guiadas que se organizan por la ciudad.
Como curiosidad, en este barrio nació el escritor Jules Verne en 1828.
El Memorial de la Abolición a la Esclavitud.
Lleva aquí desde 2012. Junto a la orilla del Loira, en el mismo lugar del que partieron multitud de barcos negreros, se extiende el Memorial de la Abolición a la Esclavitud, creado para conmemorar la fecha en la que Francia abolió definitivamente esta actividad: 1847.
El monumento consta de dos partes: por un lado, dos mil placas que recuerdan las 1.710 expediciones negreras y los principales puertos de escala y destino y por otra, un recorrido para la meditación que recibe al visitante con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y lo sumerge en un pasillo subterráneo de 90 metros con textos sobre la esclavitud. Su objetivo: simular un barco negrero e invitar a la reflexión sobre la esclavitud pasada y presente, al mismo tiempo que se da a conocer esta parte de la historia.
Después de años de negación y silencio, la ciudad de Nantes ha asumido su responsabilidad en este comercio inhumano. Su memoria la honra.
Liberté – Libertad – Freedom – Feiheit – Liberdade – Frihed – Frihet – حرية – Fכundi – Yεrεma honron ya – Inkululeko