Los pueblos amarillos, rojos y negros de Riaza y Ayllón comparten estos días un mismo color: el blanco. La nieve cubre gran parte de la provincia de Segovia dejando una estampa invernal que embellece aún más la zona y que atrapa a los coches más incautos (ejem). Es buen momento para hacer la ruta por los pueblos de colores de Segovia. Eso sí, con precaución porque el hielo y la nieve pueden dar algún susto.
Riaza y Ayllón son dos villas segovianas ilustres, de las que tienen plazas porticadas, casas blasonadas y magníficas iglesias. Entre ellas, hay tan solo 22 km. por carretera nacional (N-110), pero dando un rodeo, es posible disfrutar de paisajes y pueblos singulares y, prácticamente, sin salir de la carretera. Son los pueblos amarillos, rojos y negros de Segovia, pedanías que utilizan para sus construcciones piedras con composiciones diferentes que les aportan ese color tan característico.
La puerta de entrada a esta ruta es un buen destino ya de por sí: Riaza, una villa en las estribaciones de la sierra de Ayllón con lugares interesantes como la iglesia de Nuestra Señora del Manto, algunas casas típicas riazanas, el abrevadero o su plaza Mayor con soportales y presidida por el ayuntamiento.
Desde Riaza parte una carretera comarcal con un nombre bastante sencillo, la SG-V-1.111, que conduce hacia los pueblos amarillos, rojos y negros de Segovia. Algunos de ellos quedan en la misma carretera, para llegar a otros hay que tomar pequeños desvíos así que, según tengamos más o menos tiempo, y si la nieve lo permite, podemos visitarlos al completo o quedarnos tan solo con una pequeña muestra.
De todos modos, si optamos por la ruta corta, estamos de suerte, porque en la misma SG-V-1111 hay pedanías amarillas, rojas y negras como Alquité (amarillo), Villacorta y Madriguera (rojos) y El Negredo (negro). Otros lugares, como la ermita de Hontanares, Martín Muñoz, Becerril, Serracín o El Muyo se sitúan a pocos kilómetros de la carretera principal.
La diferencia de color entre estos pueblos tan próximos está en el tipo de material utilizado para la construcción. Así, mientras que en los amarillos se usaron las cuarcitas, en los rojos predominan los compuestos férricos y en los negros la pizarra.
El encanto de esta ruta no reside solo en los pueblos, sino en el entorno. Las montañas de la sierra de Ayllón, bosques y vegetación de ribera crean un conjunto muy bello y amplían las posibilidades de turismo activo. Si vamos preparados, podremos recorrer varios kilómetros de senderos que se adentran en parajes imposibles de ver desde la carretera por solitaria que sea. E incluso practicar esquí en La Pinilla.
La SG-V-1111 desemboca en Santibáñez de Ayllón y, desde allí, tomamos la SV-145. La ruta continúa pasando por pueblos más o menos pintorescos hasta llegar a nuestro destino: Ayllón.
Esta localidad, que ha escogido como lema “Ayllón, historia y arte”, pertenece al club de los pueblos más bonitos de España; y con razón. Su arco medieval de entrada, el torreón, la iglesia de Santa María la Mayor, el puente sobre el río, el paseo de las bodegas… dotan de monumentalidad al conjunto de casas rojizas. Además, su plaza, llena de soportales, con la fuente en medio y una antigua iglesia románica en uno de sus extremos, es una de las plazas segovianas más bonitas que existen. Debajo de los soportales hay varios restaurantes en los quitarse el frío con sopas castellanas, torreznos o, si nos atrevemos, con un cordero asado o un cochillino. Una buena manera de despedir esta ruta por la provincia de Segovia.