La laguna del Duque o de Solana es la más grande de la Sierra de Gredos. Se encuentra en la Sierra de Béjar, encajonada entre montañas, muy cerca de la frontera con las provincias de Salamanca y Cáceres, y, aunque su origen es glaciar, su capacidad se amplió con la construcción de una presa a comienzos del siglo XX.
El objetivo de esta gran obra era el aprovechamiento hidroeléctrico de la laguna así que, unos metros más abajo, se levantó la central de “El Chorro”. La laguna y la estación hidroeléctrica están conectadas por una enorme tubería por la que baja el agua.
En “El Chorro” comienza una ruta que nos permite observar toda la magnitud de la construcción, la laguna y la belleza del entorno. Es el PR AV 41.
Hasta la central hidroeléctrica se puede llegar en coche por una pista que arranca en la carretera que conecta Solana de Ávila con su pedanía, La Zarza. Pasamos por una puerta (que debemos volver a dejar cerrada), por las inmediaciones de una primera central y, en la segunda construcción, allí donde acaba la pista, nos detenemos.
En el aparcamiento hay un gran cartel con las indicaciones de la ruta así que no tiene pérdida.
El sendero asciende de manera constante (subimos en 1,5 km. de los 1.400 metros a los 1.850) y su biodiversidad botánica es enorme: hay acebos, abedules, fresnos y diferentes tipos de arbustos como los piornos o los brezos; sin embargo, lo que más llama la atención es la enorme tubería que desciende de la laguna hacia la central y que vemos durante gran parte del camino.
Su presencia nos recuerda que estamos en un entorno intervenido por el ser humano, sin embargo, si miramos alrededor, también vemos la grandiosidad de la naturaleza de esta zona.
La belleza se incrementa al final de la ruta, cuando hemos perdido de vista la tubería y llegamos a una pradera que da paso a un collado. Desde aquí arriba contemplamos la inmensidad de la laguna del Duque.
En la última parte del camino bajamos hasta la laguna para rodearla por un sendero que discurre alrededor de ella y que nos permite observar la laguna en sí, las montañas que la rodean y la presa levantada en los años veinte del siglo pasado.
El camino de vuelta se hace por el mismo sendero de la ida.