Un paraíso, cuando se descubre, deja de serlo y en los viajes se aplica bastante, sobre todo, cuando quienes se dan cuenta de que lo tienen son los locales y lo explotan turísticamente. No quiero decir con esto que los pueblos de la arquitectura negra de Guadalajara hayan perdido su encanto, pero sí es cierto, que los más famosos se han dejado por el camino parte de su “pureza”, una pureza que compensan con creces sus vecinos más perdidos: las aldeas que dependen de ellos.
En mitad de la Sierra de Ayllón, muy cerca del Hayedo de Montejo, avanzando por carreteras pintadas de blanco en los mapas, van apareciendo pueblos y aldeas donde viven 20, 6, 8 o ningún vecino. Algunas de sus calles están sin asfaltar y las casas, levantadas con pizarra negra, sucumben al paso de los años. Parecen pueblos de cuento y en algunos de ellos cruzarse con alguien (a pesar de ser domingo y junio) es todo un logro.
Los más grandes (Cardoso de la Sierra, Campillo de Ranas, Majaelrayo, Tamajón y Valverde de los Arroyos) tienen censados entre 60 y 200 habitantes. A sus ayuntamientos pertenecen pedanías como Colmenar de la Sierra, Cabida, Corralejo o Roblelacasa (donde viven 6 personas en invierno) o despoblados como La Vereda o Matallana. En los “grandes” están los restaurantes, las casas rurales y los demás servicios y hasta ellos llegan las “autopistas” comarcales. Autopistas, en comparación con las carreteritas que van a parar hasta Bocígaro o Colmenar de la Sierra o el camino (cuidado con los bajos del coche) de La Vereda.
Lo mejor, para los que somos ratillas de ciudad, es ir con tiempo suficiente para poder hablar con los vecinos y que nos cuenten su día a día. Os dirán que para ellos felicidad es quedarse aislado por la nieve y cuidar de su huerto, sus animales o sus colmenas. Una perspectiva que relaja. La misma función sedante tienen las carreteras de montaña que te llevan de un pueblo a otro con sus paisajes con vacas y cabras (¡e incluso un cervatillo!). Los pueblos suenan a agua y a pájaros, huelen a campo y a puchero y para los que os guste el senderismo hay rutas bien señalizadas desde cada aldea.
Nosotros paramos en los lugares que aparecen señalados en el mapa. La parte de Valverde de los Arroyos y sus pedanías no dio tiempo (queda pendiente). Os cuento los que más me gustaron y la razón (normalmente por la gente), pero que cada uno descubra los suyos.
Colmenar de la Sierra. Llegamos justo cuando acababa la misa, pasamos a ver la iglesia, y así conocimos a las 7 personas que había dentro. Más tarde en el bar nos hablaron de pueblo y de sus encantos. Saben que para prosperar necesitan turismo, pero por otro lado están orgullosos de la autenticidad del municipio.
Roblelacasa. En invierno tienen 6 vecinos. El pueblo tiene el suelo de pizarra y está muy cuidado.
La Vereda. Abandonado hace años, ahora la Asociación Vecinos de la Vereda está intentado recuperarlo. El ayuntamiento de Campillo de Ranas, al que pertenece, se lo tiene cedido para que reconstruyan las casas y lo conserven. Hay gente que va a quedarse los fines de semana bien equipados porque no hay luz ni agua corriente. En recorrer los 10 kilómetros desde el Vado hasta el pueblecito se tarda media hora o así. No recomendable si tienes mucho cariño a tu coche.
Más información de los alojamientos, restaurantes, los pueblos… en la web de Pueblos Arquitectura Negra.
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