Marcella Pattyn fallecía a mediados de abril de 2013 en Kortrijk, Bélgica, a los 92 años. Con ella moría un movimiento religioso femenino con más de ocho siglos de antigüedad: el de las beguinas. Surgieron en la Edad Media en los Países Bajos, en la época de las cruzadas, cuando la escasez de hombres y las pocas posibilidades de matrimonio, llevaron a muchas mujeres a buscar alternativas a los conventos.
Eran laicas pero se dedicaban a la vida espiritual, a los rezos, al estudio, al arte, al cuidado de enfermos y a la caridad. Se autoabastecía con su trabajo, la artesanía textil, la enfermería, y con las herencias que les dejaban. La alternativa se extendió por Bélgica, Holanda, y parte de Alemania y Francia. Consiguieron una gran independencia de la sociedad patriarcal y de la estructura eclesiástica de entonces y, esta libertad que habían alcanzado, les supuso problemas. Fueron perseguidas, acusadas de brujería y prostitución (mujeres juntas, autosuficientes e independientes del patriarcado, ¡qué van a ser si no!) y tan solo siguieron protegiéndolas en el lugar que las había visto nacer: en los Países Bajos.
Las comunas donde vivían estas mujeres se conocen como beaterios o beguinages y están formados por conjuntos de casas, jardines, iglesias, talleres… Desde 1998 , trece beaterios de los Países Bajos están declarados Patrimonio de la Humanidad, entre ellos el de Brujas donde, hoy en día, viven monjas benedictinas. La “ciudad de los puentes” (que es lo que significa la palabra Brugge) tiene rincones bellos para aburrir a cualquiera que la visite. Sin embargo, el beaterio transmite una paz inusual. Sus jardines, las casitas blancas que lo rodean, el Lago del Amor (Minnewater) con el puente que da acceso al recinto y sus cisnes… contribuyen a que la visita sea deliciosa.
Marcella nació en el Congo belga pero pasó gran parte de su vida en beaterio de Mont-Saint-Amand, al lado de Gante y a menos de media hora de Brujas. Más mayor se trasladó a Kortrijk, la ciudad en la que ha fallecido. Tocaba el acordeón y la mandolina y con la música entretenía a los enfermos a los que atendía. Con su muerte han desaparecido 800 años de historia.
El beaterio se puede visitar todos los días de 6:30 a 18:30. La entrada normal al museo (Begijnhuisje) cuesta dos euros y abre de martes a domingo de 10:30 a 17:00. Los lunes se puede visitar a partir de las 14:30.
Fuentes y enlaces interesantes:
Más post sobre Bélgica en el blog.
One comment
Pingback: Gante, una gran sorpresa | Tierra sin límites