Los tuk tuk, las motos y los songthaew se cruzan dando un aspecto pintoresco a la ciudad. Las aceras, cuando existen, son estrechas y están llenas de obstaculos. De vez en cuando, y sobre todo por la tarde, jarrea y para refugiarse de la lluvia sirve todo: el toldo de un mercado, un restaurante que sirve cocos o, si nos apetece desconectar un rato, un centro de masajes mismo. Aquí es tan fácil empaparse como secarse.
Estamos en Chiang Mai, la ciudad más amable de Tailandia. La más espiritual también. Sus chedis dorados se ven por todas partes (hay más de 300 templos) y los monjes con sus vestimentas naranjas y sus cabezas rapadas forman parte de la estampa de la ciudad.
Desde hace años, Chiang Mai se ha convertido en uno de los destinos favoritos de los mochileros que acuden al sudeste asiático. Algunos, los que buscan y se buscan, terminan quedándose aquí. Sus precios, el ambiente internacional a la par que exótico y las facilidades que existen hoy en día para trabajar a distancia la convierten en uno de los lugares favoritos de los nómadas digitales.
También logra seducir a los amantes de la naturaleza. La montaña Doi Suthep, a 20 minutos del centro, con su magnífico templo, o el parque nacional Doi Inthanon, a unos 100 kilómetros, con sus arrozales, sus cascadas, su selva y sus tribus, sirven de vía de escape de esta ciudad que, aunque amable, tiene en su sangre el caos que impera en todas las urbes del sudeste asiático.
Los mercados concentran a los turistas que se dan cita en la ciudad. Cada noche, abren los puestos del Mercado Nocturno, muy cerca del río Ping, aunque, si buscamos algo más auténtico, hay que esperar al fin de semana. El sábado es el turno del Saturday Market, al sur de la ciudad, y el domingo, la calle Rachadamnoen, en el centro, y los templos aledaños acogen las paradas del Sunday Market. Hay de todo: recuerdos, artesanía, ropa, comida, masajes, música.
Los mercados llenos de animación, el pad thai a 40 baths, los zumos de colores y sabores intensos, los cánticos de los monjes, los chaparrones que te obligan a parar y darte una tregua, la contundencia de los masajes tailandeses… hay decenas de razones para viajar a Chiang Mai y, en El gallo que no cesa de Radio Nacional, te las cuento.
Ah, y gracias a Pol de Mundo Nómada por contarnos más de esta ciudad.
Y es que lo más bonito de la radio es volver a los lugares que te dejaron huella y compartir un poco de lo que aprendiste en ellos.