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VIstas de Brooklyn Bridge Park

10 imprescindibles de Nueva York

Resumir Nueva York en diez lugares es una tarea casi imposible. La capital del mundo tiene tantos estímulos y una diversidad tan grande que reducirla de esta manera resulta casi insolente.

Sin embargo, cuando tenemos menos de una semana, es importante saber qué lugares no deberíamos perdernos por nada del mundo, cuáles son aquellas experiencias imprescindibles y qué sitios nos ayudan a comprender la historia de la ciudad más poblada de Estados Unidos.

La lista es corta porque hay que dejar tiempo para que cada uno camine, descubra el lado que más le gusta de la ciudad y pueda descubrir “su” Nueva York. Empezamos.

Subir a un rascacielos

Desde el Top of The Rock se tienen las mejores vistas de Manhattan, con el Empire en medio, aunque para mí, subir al Empire tiene incluso más encanto.

 Nueva York es la ciudad de los rascacielos, un enorme bosque de hormigón en el que cada edificio tiene su propia personalidad. Los más icónicos, altos y emblemáticos están en Manhattan y al igual que son todo un espectáculo por fuera, también son muy atractivos por dentro. Sobre todo por las vistas que ofrecen.

Algunos cuentan con miradores que permiten observar la ciudad a vista de pájaro; hay muchos, pero los más famosos son los del One World Trade Center (el edificio más alto de la ciudad), el Empire State Building y el Top of the Rock en el Rockefeller Center.

Los tres ofrecen perspectivas muy diferentes y lo ideal es subir a cada uno de ellos, pero, si no tenemos tiempo, tocará elegir. Y esta decisión es algo muy personal, aunque hay algunos datos que ayudan.

Por ejemplo, las vistas desde el One World Trade Center son a través de un cristal; el Empire State es quizás el rascacielos más mítico y permite, con la misma entrada, subir dos veces: de día y de noche; por último, la vista del Top of The Rock, mucho menos famoso, tiene un aliciente y es que, enfrente se ve el Empire State Building.

¿Lo tienes ya más claro?

Ir a la Estatua de la Libertad y a Ellis Island

El ferri a Liberty Island y a Ellis Island es uno de los imprescindibles del viaje.

La estatua de la Libertad preside la isla de la Libertad, en la desembocadura del río Hudson. Son nada más y nada menos que 46 metros de escultura, 93 metros si le sumamos el pedestal. Simboliza la libertad y fue un regalo del pueblo francés a EEUU para celebrar su amistad y conmemorar el centenario de la independencia de país.

Lady Liberty lleva desde 1886 dando la bienvenida a millones de personas que se han acercado a Nueva York. Muchos de ellos eran inmigrantes que acudían en barco cargados de sueños. Su primera imagen era la estatua de la Libertad y la primera parada, Ellis Island, una isla cercana en la que inspeccionaban a todos los migrantes que querían entrar en el país y que hoy ha sido reconvertida en un museo de la inmigración.

Hay muchas maneras de aproximarse a la estatua de la Libertad y todo dependerá del tiempo con el que contemos, sin embargo la visita a la estatua de la Libertad y, sobre todo, a Ellis Island para mí es uno de los imprescindibles.

No se puede entender una ciudad en la que se hablan 700 idiomas (según la BBC) y en la que conviven tal cantidad de nacionalidades sin adentrarse en esta parte de su historia. Así que la estatua de la Libertad y Ellis Island, sí o sí.

Relajarse, observar y pasear por un parque

High Line, el parque sobre la vía de tren abandonada de Manhattan

En Nueva York todo es a lo grande: las dimensiones de los cinco boros, la altitud de sus edificios, la majestuosidad de sus puentes y el tamaño de las hamburguesas. Y con los parques no iba a ser diferente.

En una jungla de asfalto como Nueva York, la salud mental y física de sus habitantes necesita espacios verdes y aquí la fama se la lleva Central Park, un pulmón verde, en el norte de Manhattan que fue creado en 1857 y que alberga en su interior bosques, lagos, edificios históricos y hasta museos. Una auténtica joya y una visita imprescindible para los turistas.

Central Park siempre ha tenido una fama muy merecida, sin embargo, High Line ha ido adquiriendo notoriedad. Esta antigua vía de tren elevada y abandonada ha sido transformada en los últimos años en un parque alargado de unos 3 kilómetros que se recorre a pie. La visita de punta a punta se puede hacer en un hora aproximadamente, salvo que nos detengamos a ver los grafitis, las vistas, su vegetación o hagamos parada en Chelsea Market. Entonces el tiempo se multiplica.

Otros espacios verdes dentro de Manhattan como Bryant Park o Washington Square Park también son famosos , pero el resto de boros también tienen sus parques, algunos realmente bonitos como Flushing Meadows, en Queens o el Brooklyn Bridge Park, en Brooklyn que ofrece una de las mejores vistas de Manhattan.

Complicado elegir con cuál quedarnos.

Cruzar a pie el puente de Brooklyn

Cruzaría el puente de Brooklyn diez y cien veces más. Y es gratis.

Brooklyn es el puente más famoso de Nueva York. Sus cifras son imponentes: mide 1.825 metros, se tardó en construir 13 años, le costó la vida a 27 trabajadores y, cuando se inauguró, en 1883, era el puente colgante más grande del mundo.

El cine además se ha encargado de agrandar el mito y el puente de Brooklyn aparece en todas las grandes producciones ambientadas en Nueva York.

Además de ser una obra de ingeniería única, es un icono de la ciudad y no hay turista que no lo cruce para ver en primer plano sus gigantes cables de acero, para fotografiarse delante de las dos torres con arcos de medio punto y para observar la panorámica que ofrece tanto de Brooklyn como de Manhattan.

En sus extremos, el precioso parque de Brooklyn Bridge Park con sus magníficas vistas de la Gran Manzana y, al otro lado, el parque del ayuntamiento. Echarás horas en él.

Alucinar en Times Square y asistir a un musical

Times Square es todo luz, espectáculo y animación

Las luces de neón y los carteles publicitarios de Time Square son una de las estampas más populares de Nueva York. Esta plaza se encuentran en la confluencia de Broadway con la 7ª avenida y allí, a todas horas, todos los días del año, hay gente.

Miles de personas acuden para observar cómo late la ciudad, curiosear las tiendas de la zona y hacer tiempo esperando a que dé comienzo su musical.

Precisamente, en Times Square, se encuentran las oficinas de TKTS donde todos los días salen a la venta entradas de Broadway de última hora a precios reducidos, aunque, claro, hay colas y no todas las obras están disponibles.

Sea usando este método o comprando las entradas con antelación, asistir a uno de estos espectáculos en Broadway es una de las experiencias que hay que vivir en Nueva York, sí o sí. Entre los más famosos se encuentran El Rey León, Chicago o el Fantasma de la Ópera, aunque muchas opciones más. Elegir no es una tarea sencilla.

Vivir el deporte

En el Madison Square Garden viendo a los Knicks

Hay otros espectáculos en Nueva York que se pueden equiparar en fama a los musicales y son las competiciones deportivas. Ver un partido ya sea de béisbol, fútbol americano, hockey o baloncesto es una experiencias que no te puedes perder, te guste o no el deporte.

La oferta es inmensa y optar por un deporte o por un equipo determinado dependerá de nuestros intereses, del presupuesto y también de la fecha de la visita.

Yo tuve la enorme suerte de que los días que estuve en Nueva York había partido en el Madison Square Garden y pude ver a los Knicks contra los Indiana Pacers. Fueron más de tres horas en el estadio que se me pasaron volando entre el partido, los concursos y las actuaciones y observando cómo los estadounidenses viven este deporte.

Una experiencia a la altura de los jugadores de la NBA ;).

Visitar un museo

¿No os recuerda a la peli de Noche en el museo?

El MoMA, Ellis Island, el Museo Metropolitano de Arte, el Museo Americano de Historia Natural, el Guggenheim, el del 11S… Hay muchísimos museos en Nueva York que merecen una visita, sin embargo, si tan solo tenemos unos días, mi recomendación es seleccionar, como mucho, un par de ellos porque, corremos el riesgo de querer verlo todo y quedarnos tan solo con una colección de fachadas y pasillos.

Aquí van unas cuantas pistas: si te interesa el arte, evidentemente el MoMa, MET o el Gugenheim han de ser los prioritarios; si lo tuyo es la historia, optaría por Ellis Island y por el museo del 11S y si prefieres aprender de ciencia y antropología, el Museo Americano de Historia Natural será la mejor elección, ¡y además te recordará a la película de Noche en el Museo!

Saborear, sin remordimientos, la comida de Nueva York

Lo peor es que casi todo está bueno

Una ciudad tan cosmopolita como Nueva York tiene restaurantes de todo el mundo. Hay comida asiática, italiana, tailandesa, española… de todos los tipos; alta gastronomía, últimas tendencias y también para salir del paso. Y de esa es de la que os quiero hablar yo.

Salvo que seamos unos sibaritas, la mayor parte de los días vamos a parar poco tiempo para comer. Como mucho entraremos a un deli, haremos un paréntesis para repostar en una hamburguesería o nos detendremos en un puesto callejero para comprar un plato de arroz con pollo, una porción de pizza o un perrito caliente.

Y ya que lo vamos a hacer sí o sí, que vamos a caer en los deliciosos brazos del fast food americano, lo mejor es disfrutarlo sin remordimientos. Saborear las deliciosas hamburguesas del Shake Shack con gusto; comer las pizzas de peperoni de Prince Street Pizza manchándonos los dedos; meternos un par de pretzels del Auntie Anne’s entre pecho y espalda; pedir todos los complementos para los perritos del Gray’s Papaya; detenernos delante del puesto callejero que más gente aglutine y rematar todo con una cookie en Levain Bakery.

¿Miedo a engordar? Piensa que, a lo largo del día, harás kilómetros y kilómetros así que será difícil que subas de peso.

Caminar hasta que no puedas más

Hay tantas calles por recorrer… por cierto, ¡me flipan las escaleras de los edificios de Nueva York!

Ahora viene lo bueno. Lo mejor de Nueva York es (redoble de tambores) la ciudad en sí. Sus gentes, sus calles, su diversidad, sus barrios, su vida, la convivencia, el ritmo… es algo que solo se puede apreciar de una manera: caminando.

Andando, paseando, callejeando, deambulando. A paso ligero o despacio. Pero con los ojos bien abiertos.

Hay que pasear por Wall Street y ver a sus mujeres y hombres trajeados; pasar a Chinatown y observar a los abuelos en el parque Columbus jugando; ir a Little Italy y detenerse delante de sus restaurantes italianos; acercarse al Soho, elegir la casa de tus sueños en West Village, pasar a la Central Station, recorrer la 5ª avenida, llegar a Harlem y volver al hotel.

No te extrañe si, cada día, superas los 25 kilómetros. Llegar al hotel descansada es algo que en Nueva York no pasa.

Descubrir los boros de Nueva York

I love Bronx, me gusta el Bronx, un grafiti con identidad

Manhattan es tan solo uno de los cinco boros o condados de Nueva York, una ciudad de nueve millones de habitantes que se distribuye en Manhattan, El Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island.

Cada uno de los boroughs tiene una identidad propia, un tipo de población diferente y construcciones distintas y sus contrastes son uno de los grandes atractivos de Nueva York y parte de su encanto.

Si tenemos poco tiempo, una buena fórmula para visitarlos es hacer el Tour de Contrastes, una visita de un día que te lleva por las zonas más pintorescas de estos boros y que se puede contratar con varias empresas, entre ellas City Travel New York City.

Allí descubrirás la diversidad de Harlem, los grafitis del Bronx, cómo vive la comunidad judía de Williamsburg y la autenticidad de Queens. Después del recorrido lo normal es que quieras volver a cada uno de estos barrios. Y seguir explorando.

Porque Nueva York nunca se acaba y mi curiosidad por conocerla tampoco.

Este artículo cuenta con la colaboración de la empresa City Travel New York City

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© Tierra sin límites es un blog de Paula Mayoral