Es un viaje barato y cercano, pero exótico. Por eso mucha gente viaja desde España a Marrakech un par de días. En apenas tres horas de vuelo, estaremos sumergidos en otro mundo, en otra cultura. Nos despertará la llamada a la oración antes del amanecer, nos perderemos en el bullicio del zoco día tras día, veremos cómo cambia la plaza de Jamaa el Fna por la noche y probaremos el sabor de sus zumos, sus tés y su comida.
Por el contrario, y para muchas personas, Marrakech es una ciudad excesivamente turística, en la que no es posible apreciar el “verdadero Marruecos”. Y en parte, es cierto.
Aquí te cuento lo que no te puedes perder en una visita de tres o cuatro días a Marrakech. Su lado más turístico.
Información práctica para viajar a Marrakech
Empezamos con dinero. En Marruecos la moneda es el dirham también conocida como MAD (Moroccan Dirham). 1 € equivale a 11/12 dirhams. En los sitios más turísticos, te permiten pagar en euros, pero el cambio sale peor.
Podemos obtener el dinero en un cajero (con la comisión correspondiente de nuestro banco) o cambiar. La mejor tasa se consigue cerca de la plaza Jamaa el Fna. En el aeropuerto, “los entendidos” cambian tan solo el dinero necesario para llegar hasta el centro. En lo que coincide todo el mundo es que es más rentable hacerlo una vez en Marruecos que en España. Por cierto, cambiad solo lo necesario porque supuestamente no dejan sacar divisas del país. Y una última advertencia: nos recomendaron no cambiar demasiado de golpe porque te pueden dar billetes falsos (no me lo creo demasiado, pero ahí queda).
Para entrar a Marruecos, si eres español, solo se necesita pasaporte. El requisito es que falten más de 6 meses para su caducidad.
Aeropuerto de Menara. Ubicado a 6 kilómetros de la ciudad, un taxi puede costar aproximadamente 80/100 dirhams y el precio del autobús 19 es de 20 dirhams o 2€ (más barato si coges ida y vuelta). La parada, a la izquierda conforme sales de la terminal.
Transportes. Existen dos tipos de taxis según su capacidad: los petit taxis y los grand taxis. Estos últimos se cogen en paradas oficiales y se usan para trayectos largos. Dentro de la Medina, pagamos por 30 – 40 dirhams por carreras de 10 minutos y cuando nos acercamos al palmeral nos cobraron 120 dirhams por la ida y vuelta. Aquí regateamos fatal. En cualquier caso, es casi imposible lograr que pongan el taxímetro así que acordad el precio de antemano.
Horario. Según la fecha la diferencia con España será una hora o dos. España tiene un GMT + 1 en invierno y un GMT + 2 en verano y Marruecos GMT + 0 y en verano GMT + 1 en verano. La lógica nos dice que por lo tanto es 1 hora de diferencia, sin embargo los meses de horario de verano en Marruecos (abril – finales de julio) no coinciden con los de nuestro país, así por ejemplo en agosto y septiembre la diferencia horaria será de 2 horas.
Sus fiestas tradicionales se rigen por el calendario musulmán. El noveno mes recibe por nombre Ramadán y la celebración de su ramadán tendrá una correspondencia diferente con nuestro calendario gregoriano según el año.
Llamadas. Desde los móviles españoles son muy caras. Por ejemplo con Vodafone una llamada de 2 minutos cuesta unos 4€. Lo mejor comprar tarjetas de teléfono o utilizar locutorios y cabinas.
Seguro médico. Los hospitales privados son caros así que la mejor opción es hacerse un seguro de viaje. En ocasiones, si compras el billete en agencia, tienes un buen seguro de hogar… puede que esté incluido. De no ser así hay muchas aseguradoras que lo hacen, es cuestión de buscar un poco por internet y comparar precios. En esta ocasión yo no me lo hice.
Información turística y mapas
La oficina de información turística se encuentra extrañamente alejada de la medina, en la zona europea. Place Abdel Moumen ben Ali, avenue Mohammed V.
Los mapas, aunque no recogen todas las callejuelas existentes dentro de la medina, son útiles. Pedid uno en el hotel o el riad que seguro que tienen. Esto es super curioso, hay muchos callejones que parecen no existir.
Empieza la visita
Lo cotidiano en Marrakech a mí ya me llamaba la atención y simplemente caminar por las calles de la medina es todo un entretenimiento, sin embargo hay una serie de monumentos y sitios que son casi casi obligatorios. Empezamos por la parte más céntrica, dentro de la medina.
Lo primero y más espectacular es la plaza Jamáa el Fna. Es el centro de la ciudad e indiscutiblemente el lugar más animado. En ella se encuentran turistas, locales, motos pitando, encantadores de serpientes, tatuadoras de henna… No olvidéis probar los zumos recién exprimidos de la plaza (4 dirhams).
Hay que ir prevenido porque te van a pedir (y muchas veces exigir) dinero por todo. Las tatuadoras de henna se ofrecen a pintarte gratis y sin embargo después el precio es desorbitado (mucha de la henna que usan es química y a mucha gente le provoca alergia). Si te acercas a los encantadores de serpientes en cuanto te descuidas te colocan una encima y una vez que haces las fotos te piden 5€ (además, no participéis en la explotación de animales en vuestros viajes). Bailarines de danzas tradicionales, luchadores, músicos… completan el conglomerado de artistas que viven de las propinas de guiris. Acordad el dinero de antemano.
Ya casi de noche la plaza Jamaa el Fna se llena de puestos de comida que sirven caracoles, carnes, pescados… todo se cubre de un humo espeso y mientras paseas te atosigan con su “oferta gastronómica”. Hay que tener estómago para sentarse a comer pero si nos atrevemos, lo mejor es elegir uno los puestos más concurridos. En nuestro caso nos sentamos en el número 32, recomendado en guías y foros.
Al lado de la plaza está la mezquita Koutoubia, una construcción impresionante que ostenta en honor de ser el edificio más alto de la ciudad. Si no somos musulmanes no podemos entrar, sin embargo si que podemos disfrutar de un paseo por los jardines de alrededor.
También cerca se encuentra otra de las visitas imprescindibles, el zoco. Podemos pasarnos unas cuantas horas visitándolo. Sus locales están distribuidos por gremios y nos encontramos callejones dedicados a los tintes, otros donde trabajan los curtidores, plazas llenas de tiendas de especias…
Es importante visitarlo con tiempo y la mente abierta. Lo mejor es que te invitan a tomar té cada dos por tres. Nosotras salimos de allí con cuatro tés en el cuerpo, pañuelos, botes de aceite de argán, un par de pintalabios de regalo y bautizadas como Fátima y Aisa, nombres bereberes.
Los bereberes son los comerciantes árabes y tienen fama de tacaños así que imaginaos nuestro regateo. Es imprescindible hacerlo en todas las compras y normalmente el precio que se paga no llega ni a la mitad de lo que pedían al principio. Es parte del juego y si no lo haces se sienten ofendidos. Pensad que si te venden algo es que aún le están sacando un amplio margen de beneficio.
Nos acercamos ahora a la parte más monumental. Por la zona sur de la medina encontramos palacios como el Bahía construido en el siglo XIX o el palacio Badi desmantelado en el siglo XVII al trasladarse la capital a Meknes. La entrada cuesta 10 dirhams en cada uno e ellos y en el palacio Badi 20 si queremos ver el minbar (púlpito) de la mezquita Koutoubia (que se exhibe aquí).
A la salida, podemos callejear por el barrio judío o Mellah. Caminando unos minutos llegamos a las tumbas Saadies (10 dirhams). Lo mejor: la habitación dedicada al enterramiento del sultán Ahmad al Mansur. Al lado de las tumbas se ubica una mezquita y no muy lejos el palacio real.
En la zona norte de la Medina además del laberinto de los zocos encontramos tres lugares de visita obligada. Son la Madraza de Ben Youssef (imprescindible), el museo de Marrakech y la Qoubba, único vestigio que queda de los almorávides, fundadores de la ciudad. En el museo, se puede comprar una entrada conjunta por 50 dirhams por los tres monumentos que sale mucho más económica.
Fuera de la Medina también hay lugares que merecen (y mucho) la pena. El más cercano es el jardín Majorelle, un oasis en mitad del jaleo de la ciudad. La entrada son 40 dirhams, 20 más si queremos visitar el museo de arte marroquí que hay en el interior. Lo creó el pintor Majorelle a principios del siglo XX y en los años 80 lo adquiere Ives Saint-Laurent. Atención a la parte kichst de su memorial.
A un paseo, se encuentra el barrio europeo con algunos de los hoteles y restaurantes más occidentales. Ya más lejos, los jardines de la Menara, cerca del aeropuerto, y el barrio del Palmeral pueden completar nuestro recorrido, además se puede montar en dromedario en los dos sitios. El Palmeral es una zona pija con chalets, campos de golf, hoteles de lujo… para sentirse rico, vamos.
La gastronomía
Comer en Marrakech es bastante barato, sobre todo si evitamos los lugares más turísticos. Los platos estrella son el couscous, el tajine o el tabulé. Si coméis en los puestos de la plaza por higiene (y salud) utilizad el pan o las manos (no los cubiertos). En casi ningún sitio sirven alcohol y si vais a un bar con licencia, tened en cuenta que los precios son más altos, así que lo más normal es beber con refrescos o agua (siempre embotellada y cerrada).
Comimos en un par de restaurantes bastante ricos (y baratos). Uno es Chez Chegrouni, en la misma plaza y otro en un callejón que sale de la céntrica calle Rue Bab Agnaou, en el número 53. Muy cerca (en el nº32) está “le Patisserie des Princes” por si os habéis quedado con ganas de más.
Y una última recomendación, llevad en el botiquín un antidiarréico que nunca se sabe.
Muy interesante! que lindas fotos. Gracias por compartirnoslas