Lisboa es una ciudad que se echa de menos porque está llena de detalles a los que es muy fácil acostumbrarse: el suelo de teselas, las bicas en sus cafés antiguos, el fado de la Alfama y el Bairro Alto, las Sagres en sus miradores, los funiculares amarillos de otro siglo… Os cuento lo que no me pierdo cada vez que voy a Lisboa.
Uma Sagres en un Miradouro
Las cuestas de Lisboa tienen su recompensa: las vistas. Existen miradores espectaculares en muchísimos sitios y en la mayoría tienes una terraza preparada para saciar la sed tras la caminata. El mirador de San Pedro de Alcántara, Santa Catarina, el Castillo, el elevador de Santa Justa que lleva hasta las ruinas del Convento do Carmo… hay miles de rincones en Lisboa con vistas impresionantes.
Elevadores, tranvías y funiculares…
Le dan un aspecto a Lisboa antiguo y muy particular y son de gran ayuda porque Lisboa y las cuestas a veces pesan. Para subir a la Alfama y al Castillo lo mejor es coger el tranvía 28. El elevador de Santa Justa en la Baixa nos conecta con la zona do Carmo y también podemos subirno en los elevadores de finales del siglo XIX: da Gloria, do Lavra y da Bica. El billete sencillo sale algo caro, así que lo mejor es comprarnos una tarjeta magnética recargable VIVA Viagem (0,50€) y cargarla con el abono diario. Por unos 5€ tendremos pagado todo el transporte del día y podremos hacer estos viajes tan particulares.
La ciudad – pueblo
Las ropas colgadas en sus ventanas, las calles estrechas y peatonales, el olor a sardinas… hay algunas partes de Lisboa que parecen de un pueblo. Sobre todo por el barrio alto y la Alfama, genial perderse por ellas.
Tiendas
Los galerías, librerías y tiendas de diseño del Barrio Alto, las casas de bacalao, las tiendas de vinos donde se acumula polvo de años sobre las botellas, mercerías sacadas de una película costumbrista, locales donde venden artículos de lo más variopinto, peluquerías y barberías que provocan que te asomes a la puerta… No dejes de mirar dentro de estos establecimientos porque no solo es un viaje por la distancia, también por el tiempo.
En muchas tiendas en el suelo de la puerta, con las teselas del suelo, está hecho el logo o escrito el nombre.
Estudiantes
Pertenecer a una universidad en Portugal es un orgullo y a finales de verano podemos ver por las calles de Lisboa grupos de jóvenes vestidos con capas negras e insignias de sus facultades haciendo novatadas a los nuevos y cantando por las calles o tomando ginja en las bodeguitas. Un espectáculo.
Muchísismos restaurantes ofrecen cena con fado y aunque disfrutemos en cualquiera de ellos algunos son demasiado turísticos. En el Barrio Alto a mí me gusta particularmente la Tasca do Chico en la Rúa Diario de Noticias, 39. Sus paredes están llenas de fotografías de los mejores fadistas y los precios de las consumiciones son asequibles, es cuestión de tener suerte porque no todas las noches tienen actuación (hace poco era lunes y miércoles). La parte negativa es que se llena hasta arriba. Lo que se escucha aquí es fado vadio o popular, una alternativa a las actuaciones de fado pagadas. Si queremos estar tranquilos y cenar bien mientras escuchamos fados otra opción es el Clube do Fado, cena más actuación alrededor de 50€ pero la calidad de los fadistas los merece. Está cerca de la catedral.
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