80 kilómetros, 10 horas y una media de unos 60.000$. Es la alternativa a 13.000 kilómetros, dos semanas y el coste indeterminado de una travesía bordeando el sur de América. La opción: el Canal de Panamá. Una de las construcciones más impresionantes que existen lleva un siglo acortando distancias entre el océano Atlántico y el Pacífico.
Cada día, unos 36 barcos utilizan esta ruta artificial abonando un peaje que varía según dimensiones, capacidad, uso, etc. Se han llegado a pagar (nada más y nada menos) que 313.000 dólares. Semejante desembolso lo hizo, en 2008, un crucero de la compañía MSC. Para las personas interesadas: hay que pagar con al menos 48 horas de antelación y en efectivo. Es fácil imaginar los ingresos que obtiene el país gracias a esta actividad que, por otro lado, favorece enormemente las comunicaciones y el comercio mundial. Más números: desde su inauguración, en 1914, han pasado (se dice pronto) más de 1 millón de barcos.
Antes de verlo me costaba entender su funcionamiento, pero las cosas en directo siempre se comprenden mejor. Para salvar la diferencia de nivel de agua entre los océanos y el canal, este dispone de tres juegos de esclusas, cada una de ellas con tres cámaras, que funcionan como una especie de ascensor. Por ejemplo, si se quiere elevar el barco, este entrará en la primera cámara, ayudado por remolcadores y locomotoras que irán enderezándolo, y se cerrarán las compuertas. Una vez dentro, y como si de una enorme bañera se tratase, en 8 minutos, se llenará la cámara de agua dulce procedente del lago artificial Gatún, hasta que el barco alcance el nivel de la siguiente cámara. Se abren las compuertas, se traslada el barco al siguiente espacio, se vuelven a cerrar las compuertas y se repite la operación. Así tres veces, colocando al barco al nivel necesario para que continúe la navegación.
Secuencia de imágenes de un barco pasando por Miraflores
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Desde unos años para acá, el canal se ha quedado pequeño. Muchos de los navíos que se construyen hoy en día superan las medidas del canal (son POST- PANAMAX) así que se está ampliando. Aunque se esperaba la conclusión de los trabajos para 2014, año de su centenario, las obras van con retraso. La ampliación del canal repercutirá en las dimensiones de los puertos de casi todo el mundo que tendrán que adaptarse para dar cabida a barcos gigantescos.
Pero, ¿a qué lumbreras se le ocurrió la idea de unir los dos océanos? La cosa viene de atrás. Antes de la llegada de los españoles, los nativos, tenían rutas terrestres que atravesaban el istmo. Con el descubrimiento del Mar del Sur hace 500 años, la idea de acortar distancias empieza a cobrar fuerza en las mentes europeas y buscan diversas alternativas, incluida la de excavar un paso artificial. Españoles, escoceses, ingleses… realizan varios intentos a lo largo de los siglos pero la situación económica, las enfermedades tropicales, los escasos conocimientos de la época… impiden materializar la idea. Mientras tanto se van creando rutas que combinan navegación por ríos y transporte por tierra para evitar los peligros del cabo de Hornos. Y llegamos a finales del siglo XIX. El francés Lesseps, que había construido con éxito el Canal de Suéz, se encarga de la obra. Sin embargo, la suerte no está de su lado: fallecen más de 20.000 trabajadores por accidentes y, sobre todo, por enfermedades tropicales, Panamá sufre el único terremoto grave de su historia, hay inundaciones que dificultan enormemente la construcción, las montañas se vuelven imposibles de salvar… Un desastre tras otro. El caso es que, una década después, Francia abandona el proyecto. Y entonces aparece en escena EEUU que percibe su enorme importancia estratégica. Con Roosevelt como presidente intentan negociar con Colombia para que les deje construir el canal (Panamá era parte de Colombia entonces) pero, como no llegan a un acuerdo, EEUU decide que nada se va a interponer en su camino así que apoya a los panameños para que se independicen de Colombia. Los panameños, agradecidos y ya independientes, venden el terreno a EEUU y con ello les ceden el control del futuro canal. (¡Es decir, que el Canal facilitó incluso la creación de un país!). En 10 años terminan las obras e inauguran el canal en 1914. Desde este momento y durante 64 años, el canal permanece en manos estadounidenses, hasta que, después de unas revueltas, en 1977 se firma un tratado de retorno progresivo del Canal y en 1999, por fin, Panamá adquiere su control absoluto.
Para observar el paso de los barcos, ver cómo funciona el sistema de esclusas y conocer la historia del canal lo mejor es acercarse al centro de visitantes Miraflores. Hay exposiciones, tiendas de souvenirs, se proyecta un pequeño documental en 3D… pero lo mejor está en la terraza del edificio donde se observan los barcos atravesando las esclusas mientras una voz, que sale de unos altavoces, va narrando la “jugada”. Según la hora a la que lleguemos la dirección de los barcos será distinta, ya que una parte del día los barcos navegan hacia el Atlántico y otra hacia el Pacífico.
Aunque en principio, una construcción artificial tan impresionante tiene un impacto ambiental negativo, se puede ver la otra cara de la moneda. Para que funcione se necesita agua dulce y en consecuencia lluvia, por lo que es fundamental conservar en las mejores condiciones posibles la masa forestal y así garantizar la continuidad de esta enorme fuente de ingresos.
Editado a 4/01/2014. La ampliación del canal corre riesgo de quedarse paralizada por el sobrecoste “imprevisto” de las obras.
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